El nuevo libro del italiano Niccolò Ammaniti (Roma, 1966) es un viaje alucinante, una carrera contra el tiempo, un latido suspendido que está a punto de acelerarse; un momento de ternura, otro de miedo e incertidumbre, una constatación de las tragedias y los milagros. Pero, además, es una historia que pinta cine y best seller: tiene a una chica con los rasgos del intrépido y valeroso personaje de Jennifer Lawrence en Los juegos del hambre y los climas sórdidos de El hipnotizador -la serie de HBO que tiene a Leonardo Sbaraglia como protagonista- y la desolación desesperante de Mad Max: Fury road o de Los niños del hombre.
Es que Anna, así se llama esta novela y su protagonista. Es distópica, es ciencia ficción, es literatura pero que puede “verse” mientras uno se agita en la lectura: “Mis libros son visibles y cada lector se acaba haciendo su propia película. Como describo todo supongo que los directores ven muy bien qué hacer”, dice el propio Ammaniti en una entrevista que le hiciera el diario El País.
Anna es un libro para devorar, no para leer. Es un libro que nos recuerda que hoy, las palabras impresas, pueden convertirse en lenguaje audiovisual casi en el mismo acto de ser evocadas. Sin embargo la clave de este ritmo estupendo de la narrativa de Ammaniti no viene del mundo del cine sino de la prosa personalísima que tiene el autor italiano: él sabe hacer sudar de emoción al sujeto contemporáneo.
La trama parece la sinopsis de otro libro más que podría volverse saga literaria y luego fílmica: un virus ha matado a todos los adultos del mundo, solo quedan los chicos (que saben que morirán apenas se esbocen los primeros signos del fin de la niñez). En ese páramo afectivo y material Anna y su hermanito sobreviven e intentan salvarse y llegar a donde puedan conseguir la inmunidad a la plaga. No obstante, ahí donde parece anunciarse un slogan de película, aparece la literatura, y entonces Anna se vuelve una novela profunda, un panorama vívido y agudo sobre la Italia (o la Europa) contemporánea. Algo de El señor de las moscas sobrevuela entre estas páginas. Pero Anna, es Anna y queremos que se salve.