¿Quién dijo que en la música popular argentina no hay novedades? “Franco”, de Lucas Monzón, es una. Y extraordinaria, porque se yergue con su identidad poderosa entre el prolífico campo de los discos editados en nuestro país.
Con este álbum, el joven y talentoso acordoneonista y compositor, que es parte de la escena chaqueña, resalta y coloca al chamamé (siguiendo los pasos de esos dos próceres litoraleños que son Los Núñez) en el sitial de las composiciones folclóricas, que bien se codean con los rasgos propios del universo contemporáneo.
Elegante, fresco, sensible, profundo, sutil, inteligente suena este disco, el tercero de Monzón. Así suena el quinteto de experimentados músicos que le brindan la espesura de sus interpretaciones: el acordeón de Monzón, el contrabajo y el bajo de Guido Martínez, la guitarra de Sebastián Henríquez y el piano de Emmanuel Álvarez.
Ni hablar de los dos regalos deliciosos que son la voz y el piano de Carlos Aguirre, para “El río del zurdo”; y la guitarra virtuosa de Marcelo Dellamea en “Así es Formosa” y “El cartucho”.
En tanto el arte del disco (ZkySky Diseño) redondea con justicia su concepto.
El disco tiene la producción de Javier Tenenbaum (Los Años Luz Discos, sello que ha editado dos de los tres discos de Monzón), que resalta y explaya con gracia y refinamiento la belleza de las composiciones y la índole sonora de los instrumentos.
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